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Lecciones chinas

24 de julio de 2013
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por Lcdo. Frederic J. Rocafort
Miembro de la Asociación de Abogados de Puerto Rico

Lecciones chinasDecía Pío Baroja que el nacionalismo se cura viajando. Durante los siete años que he vivido en China, he aprendido mucho sobre este país y también sobre Puerto Rico. Aunque ambos países parecen imposibles de comparar, la transformación económica que atraviesa China es similar a la que experimentó Puerto Rico durante la época de Manos a la Obra. Ciertos retos son universales.

La primera lección china es una de sacrificio. A fines de los 1970, el liderato chino reconoció que el modelo económico comunista no daba para más. Urgían reformas liberalizadoras y la modernización del sector industrial. Las reformas han sido un éxito, responsables de la mayor reducción de pobreza en la historia, pero han requerido ajustes traumáticos. Se cerraron o privatizaron centenares de empresas estatales, dejando a millones de obreros sin empleo. Un número enorme de campesinos ha tenido que abandonar la vida rural para emigrar a las ciudades, donde quedan sujetos a los caprichos de la naciente economía de mercado. Todos los avances logrados han requerido enormes sacrificios por parte del pueblo chino.

La segunda lección es una de infraestructura, en particular el transporte colectivo. El recorrido en tren desde Pekín a Cantón (1315 millas) toma nueve horas y media. Con este tipo de tren sería factible viajar de San Juan a Mayagüez en menos de una hora. En las ciudades chinas, todos pueden prescindir del carro gracias a las extensas y económicas redes de metro y guagua. A pesar de que su ingreso per cápita es cuatro veces y media más bajo que el de Puerto Rico, China ha creado una red de transporte digna de admiración.

La tercera lección es de idiomas. En China, personas de todas las edades realizan considerables sacrificios para estudiar inglés en institutos privados, los cuales complementan la enseñanza obligatoria de dicho idioma en las escuelas públicas. Los que aprenden inglés no lo hacen porque simpaticen con el mundo anglosajón. Solo reconocen que es la lengua franca del planeta. No impulsar su enseñanza por asociarla con la metrópoli es arrancarnos los ojos para que ellos no vean.

También nosotros podemos ofrecer lecciones. Si bien la política en Puerto Rico es a veces un espectáculo deprimente, gozamos de un sistema democrático y valoramos nuestros derechos civiles. Respetando esta loable tradición es hora de asumir los sacrificios necesarios para mejorar nuestra infraestructura y educarnos, retornando así a la senda de la prosperidad.

El autor es abogado y ex diplomático residente en el sur de China.

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