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Editorial NYTimes: Otra campaña a la venta

08 de febrero de 2012
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Barak ObamaHace dos años, mientras ofrecía el Estado de la Unión, el presidente Obama miró a los jueces del Tribunal Supremo a la cara y les dijo que se equivocaron al haber permitido a los intereses especiales el gastar sin límites en campañas políticas. «No creo que las elecciones estadounidenses deban ser financiadas por los intereses más poderosos de Estados Unidos», dijo. «Deben ser decididas por el pueblo estadounidense».

El lunes, el presidente abandonó ese principio fundamental y se entregó a la cultura de la decisión de Citizens United que una vez denunció como una «amenaza a nuestra democracia».

Sus colaboradores anunciaron que la campaña de Obama comenzaría a asistir a la «Súper PAC» a que pueda recaudar y gastar cantidades ilimitadas en apoyo al esfuerzo de la reelección del presidente. Incluso la Casa Blanca y los funcionarios del gabinete se espera que aparezcan en los eventos de recaudación de fondos para Priorities USA Action.

El anuncio implica de lleno al presidente, a su campaña y a su administración en la contaminación del sistema político desatada por Citizens United y otras decisiones relacionadas de la corte. Las empresas, los sindicatos e individuos ricos ya están haciendo cheques enormes – sin restricciones – a comités de acción política que apoyan a candidatos individuales, que se han convertido en los sobornadores de las campañas que aún operan nominalmente bajo los límites federales.

Equivocada como lo fue, la decisión de Citizens United ingenuamente creía en que las Súper PAC quedarían separadas de las campañas individuales. La decisión de la Casa Blanca al permitir a internos como Kathleen Sebelius, la secretaria de salud y servicios humanos, y Jim Messina, el jefe de campaña de Obama, el hablar en eventos de Priorities USA Action demuestra lo ridículo de la noción, y plantea interrogantes acerca de si la ley está siendo violada.

Hasta ahora, los republicanos han sido los principales defensores de este sistema corrupto, y los principales beneficiarios del mismo. El año pasado dos de los grupos políticos de Karl Rove levantaron $51 millones para usar en contra de Obama y otros demócratas, y el PAC de los candidatos presidenciales republicanos han recaudado $40 millones.

Priorities USA Action y otros grupos demócratas han recaudado sólo $19 millones. Y, como el Sr. Messina escribió en el blog de la campaña de Obama, «con tanto en juego» los demócratas decidieron que no se iban a «desarmar unilateralmente».

Pero si el presidente Obama se había negado a unirse a este espiral descendente – y si hubiera llevado su campaña orgullosamente apoyado en esa negativa – tanto él como su campaña pudieran haber enmendado esa falta de otras formas: con más aportaciones pequeñas, y más apoyo, de un público disgustado por la influencia desmesurada de los grandes capitales.

Un presidente tiene un megáfono más grande incluso que la cuenta bancaria hinchada del señor Rove, y el Sr. Obama pudiera haber impresionado a muchos votantes indecisos si hubiera optado por utilizarlo en contra de la corrupción en las campañas políticas. Él pudiera haber señalado que fueron los republicanos los que bloquearon el Disclose Act, que habría puesto fin a las donaciones corporativas secretas, y que fueron los republicanos quienes utilizaron un número ilimitado de fondos corporativos para recuperar la Casa de Representantes en el 2010, obligando una agenda corporativa que ha afectado severamente a la clase media.

Él pudiera haber ridiculizado el Súper PAC de Mitt Romney por aceptar 18 millones de dólares de sólo 200 donantes durante la segunda mitad del año pasado, incluyendo cheques de millones de dólares de operadores de fondos de cobertura, industrialistas y banqueros.

Pero ahora el Sr. Obama ha renunciado a ese ideal. Él ya había socavado el sistema público de financiamiento para las campañas presidenciales al negarse a usarlo en el 2008, pero esto es mucho peor. En esa campaña, al menos no aceptó dinero de grupos independientes ni de grupos de presión. Ahora está confiando en un Súper PAC que puede aceptar dinero de cualquiera.

Él también está diciéndole al país que el simplemente ser reelecto es más importante que mantener los principios.

 

Artículo original en inglés

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