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Buscan que la abogacía sea feliz

18 de octubre de 2022
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En la Escuela de Derecho de la Universidad de Puerto Rico (UPR) han desarrollado un programa para atender los retos de salud mental que puedan enfrentar sus estudiantes porque buscan que la próxima generación de la abogacía sea feliz.

Según contó a Microjuris la coordinadora del programa y de la Maestría en Línea en Oralidad en el Sistema Acusatoria Penal de la Escuela de Derecho de la UPR, la licenciada Verónica Vega Ferrer, el programa se da en el mes de la salud mental para abrir una conversación honesta sobre los retos que enfrentan sus estudiantes.

«Está muy dirigido a ofrecer herramientas a les estudiantes y que puedan identificar si están propensos o pueden estar sumidos en una depresión», explicó la licenciada y profesora Vega Ferrer.

Más allá de enfocarse en darles apoyo, los eventos han sido un espacio donde se parte de la premisa de que la abogacía se encuentran entre las primeras 10 profesiones más propensas al síndrome de burn out e incluso, según un estudio del American Bar Association (ABA), 11% de quienes estudian derecho en medio de la pandemia por COVID-19 han considerado el suicidio.

Marca aquí para conocer las actividades sobre salud mental de este mes.

«Teníamos que hablar y darles las herramientas para que las lleven a cuando estén ejerciendo y puedan identificar los red flags«, continuó la abogada.

Vega Ferrer también sostuvo que uno de requisitos de afiliación de la ABA es que cada escuela tenga su consejera profesional licenciada. Esto también parte del reconocimiento de desgaste que puede existir o surgir entre quienes estudian la profesión.

Al pensar sobre el futuro, la coordinadora del LLM en línea señaló que «esperaría que tuviésemos un grupo de profesionales más preparados para atender su estabilidad y salud emocional como concepto holístico y cuando estén en la calle, puedan ejercer la profesión sin que les cueste su calidad de vida«.

«Queremos que sean profesionales felices», puntualizó.

Cuando se habla de la importancia de ser feliz o de atender la salud mental, algunas personas pueden responder que se trata de planteamientos «changuitos». Vega Ferrer respondió que los talleres que está ofreciendo la Escuela de Derecho de la UPR quieren ofrecer las herramientas para que estos comentarios no afecten a las personas que los reciben.

La abogada recordó que se ha romantizado el sufrimiento en la profesión legal y que ya puede ser tiempo de cortar de raíz esas ideas. Al pensar en cómo los próximos abogados o abogadas pueden impactar la profesión, Vega Ferrer sostuvo que espera que, en la medida en que se integren, puedan ocupar los espacios, compartir la información y demostrar con el ejemplo que son profesionales y son felices.

Al conversar sobre los cuestionamientos que puede tener el cuidado de la salud mental desde la perspectiva de la productividad, la abogada puntualizó que en la medida en que se atienda la estabilidad mental, se proyectará seguridad, estabilidad y confianza a prospectos clientes. De hecho, los retos de salud mental disminuyen la productividad.

«Yo quisiera que hubiese más participación de les estudiantes. El problema con estos temas que hasta que no escuchamos de un problema y cuáles son los posibles red flags, pensamos que estamos bien. Tenemos que escuchar a los profesionales».

«Debemos perder el taboo sobre el tema», añadió. La abogada destacó la importancia de la participación del estudiantado en este tipo de actividades, ya que muchas veces cuestionan la carga de trabajo y lo complejo que puede ser sobreponer las necesidades de salud mental sobre las responsabilidades académicas.

«Tenemos que salir de la queja para ir a la acción», puntualizó.

La abogada recordó que en el primer caso de divorcio que atendió, la cliente le explicó que la contrató porque fue la única persona que le dio paz y le mostró un lado humano cuando ella tenía un taco por su situación. Esto fue muy raro para la persona porque se había enfrentado a abogados que, cuando hablaba de sus emociones, la cortaban y le decían que se calmara y les llamara cuando dejara de llorar «porque eran abogados, no psicólogos».

«Son cosas legales, pero también son cosas humanas», destacó como enseñanza.

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